La sonrisa es una de las formas más básicas de comunicación humana. Por principio, somos una especia que sonríe de forma natural desde que estamos en el vientre.
La teoría de Charles Darwin de respuesta facial, dice que el acto de sonreír nos hace en realidad sentir mejor, en vez de que sonreír sea el resultado por sentirnos bien. La sonrisa tiene efectos sobre nosotros mismos y la gente que nos rodea, más eficientes que el mismísimo chocolate como inductor de placer. Además de que ante una sonrisa genuina, hay un efecto multiplicador.
De acuerdo a estudios de Paul Ekman (experto global de expresión facial), las sonrisas son interculturales y tienen el mismo significado en distintas sociedades. Otros estudios muestran que existen influencias culturales que hacen a ciertas sociedades más permisivas de las sonrisas, como lo es la estadounidense, y otras, como la japonesa, en las que el control de la expresión facial es más común.
A nivel organizacional, managers que tienden a sonreír al hablar o escuchar a su gente, es probable que tengan mejores evaluaciones por parte de su equipo, logren colaborar con otras áreas más fácilmente, obtengan mejores resultados de su equipo, sean vistos más fácilmente como candidatos a ser promovidos u obtener el trabajo.
En concreto, a nivel profesional es importante sonreír porque:
1. hace la voz más cálida aunque la sonrisa sea forzada (considéralo para tus llamadas);
2. tus bonos de jefe empático se incrementan;
3. tu índice de percepción como competente sube;
4. eres percibido como alguien más confiable;
5. te hace sentir bien y como consecuencia te ves mejor;
6. reduce el estrés, e incrementa los niveles de endorfinas, entre otros efectos positivos para la salud
Por otro lado… el botox… en corto: nada bueno para la sonrisa, y con impacto neuronal en el procesamiento de contenido emocional, según estudio de la Universidad Echnische de Munich.