Como líderes en las organizaciones, lo referente al talento, es tarea de todos y de todos los días. Sin importar si eres un hospital o un equipo de fut, los equipos de estrellas solitarias ponen en peligro la supervivencia de las organizaciones. A veces resulta irónico contratar al 2do mejor candidato, si éste tiene la actitud adecuada, con menor, pero aún sólida experiencia. Este sólido 2do., potencialmente puede agregar más valor a la organización. Sobre todo si esta estrella, tiene rasgos de arrogancia o aún necesita aprender a colaborar.
De acuerdo con el World Economic Forum, una de las 10 habilidades que todos necesitaremos en el trabajo para el 2020, es la capacidad de coordinarnos con otros. Organizaciones como la Clínica Mayo lo tiene ya muy claro. Y aunque todavía lo expresa como capacidad de trabajo en equipo, al momento de tratar a un paciente, te das cuenta que es mucho más que eso, sin importar quién o con qué área.
La obligación de desarrollar el talento, y por tanto de formar las siguientes generaciones de líderes, es de todo aquél con gente a su cargo. El ejemplo que tú des, y tu equipo vea de ti, en tus mejores y peores días, será el que de forma natural aprenda. Aveces de forma inconsciente, imitará inclusive tus actitudes, sobre todo si piensa que te funcionan, o te admira. Tú mejor versión de ti mismo es requerida todo el tiempo. Evita caer en ese “mejor” candidato que nadie en el fondo quiere.
El tema del talento en sí es un campo que da para mucho debate y discusión. Yo te propongo que te pregúntes si:
1. ¿Contratas y promueves por actitud sobre aptitud?
2. ¿Construyes puentes o muros; pones piedras en el camino o las remueves?
3. ¿Encuentras coincidencias con otras organizaciones sin importar quiénes las lideran?
Tu imagen personal y ejecutiva, tiene la capacidad de trascender, e influir generaciones por venir.