Este es un texto resumido del publicado en Forbes el 13 de febrero, 2017
La consistencia entre la imagen visual, el discurso y el actuar, se perciben como autenticidad.
Hace unas semanas vi un video que la revista GQ hizo sobre un potencial make-over al Presidente Trump. En él, básicamente se transforma la imagen visual del Presidente Trump, a los estereotipos tradicionales de cómo, un Presidente debiera de verse. Parto del punto de que el Presidente Trump tiene acceso a extraordinarios sastres que harían trajes impecables a la medida, y que el acceso que tiene a estilistas y dermatólogos, harían de su comentado peinado y color de piel, unos con menos potencial a la sátira, si él así lo quisiera. También cuesta trabajo imaginar que una persona con una claridad del valor “marca personal” dejaría completamente olvidado su look, en vez de capitalizarlo para incrementar su notoriedad.
La forma en que el Presidente Trump se muestra al mundo hoy, cuadra la imagen que vemos, con su forma de actuar, y con su discurso. Esta fórmula funciona porque se muestra y vende como un antagonista político que no conoce ni le interesa del protocolo ni la gestión tradicional diplomática, y que apoya visualmente con “falta de atención o interés” en su look. Hace sentido y hay consistencia entre su retórica y su imagen un tanto atropelladas. Esa consistencia, le dan puntos de autenticidad.
La retórica del Presidente Trump se apoya en elementos visuales de imagen personal y comunicación no verbal
Sin importar si estás en el mundo corporativo o en la política, tu imagen personal envía mensajes, y consistentemente debe de apoyar tu discurso. Un error común es cuando se trabajan imagen y discurso de forma aisladas o en orden inverso. Un buen ejemplo de “marca personal” capitalizada, es la del Presidente Donald Trump mostrándose como auténtico, y en la que visualmente apoya su retórica y su actuar.
Finalmente, en México estamos por iniciar campañas por la carrera presidencial. En algunos casos, vemos ya ajustes de los potenciales candidatos en su imagen personal. Veremos si logran mantener la consistencia y el balance entre lo que vemos, nos dicen, cómo actúan, y quiénes son, para enviar o no, mensajes de autenticidad que muevan en principio afectos.