La Catrina es sin duda un personaje que representa a México alrededor del mundo. Atrás de ella, hay una historia que pocos conocemos. Como dato, la figura fue creada por José Guadaupe Posada y bautizada por Diego Rivera. Originalmente se llamó Calavera Garbancera. Los garbanceros eran los indígenas mexicanos que dejaron de vender maíz para vender garbanzos pretendiendo así, tener orígenes europeos. De esta forma, negaron su propia historia, raza y cultura. Simbólicamente, La Catrina escondió nuestros miedos de una Imagen Personal devaluada.
En nuestra sociedad en México, es común el pretender ser alguien quien no somos. Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a las máscaras. El rol de estas máscaras es mostrarnos al mundo con una cara distinta; como queremos ser percibidos, más que por quien en realidad somos. Son parte de nuestra cultura, de una etiqueta pre-establecida, en la que se espera juguemos ciertos roles, y de nuestra propia esencia. De una u otra forma, las usamos a diario, en el desempeño de los distintos roles que jugamos.
las máscaras nos hacen prisioneros del rol. Y entre más distante es ese rol a nuestra esencia, más prisioneros somos.
Atrás de las máscaras hay generalmente miedo: miedo a no ser suficientemente bueno, miedo al rechazo, miedo a ser juzgado, miedo a la intimidad, miedo a expresarnos, miedo a ser vulnerables, miedo a… Nos dan una falsa seguridad. Y en el largo plazo nos aíslan, de los demás, y aún más importante, de nosotros mismos. Terminamos muertos en vida, en un traje ajeno.
Usar máscaras, y pretender ser alguien que no somos, es agotante. ¿Cómo podemos preferir desperdiciar nuestra energía en querer ser alguien más? ¿Cuánto tiempo tomará para que ese disfraz de “lobo feroz”, se caiga y deje ver a “caperucita roja”, y ahora sí estemos vulnerables? ¿No sería más fácil, ser simplemente nosotros mismos, y ocupar nuestra energía para evolucionar nuestro personaje?
Recordemos que nuestra vida tiene fecha de caducidad, y podemos decidir ser los dueños de la narrativa, o vivir atrapados en querer ser alguien más. Que, por cierto, jamás lo haremos tan bien, pues no somos esa persona. Cuidar y evolucionar nuestra esencia, facilitará una imagen personal más sólida, consistente y que trascendencia.