Prudencia para mí significa templanza, sensatez y buen juicio. De una u otra forma, es pensar fríamente, ante sucesos que mueven profundamente nuestras emociones, antes de hablar y actuar. Lograr mantener la prudencia ante una crisis puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, de personas y/o proyectos. Y traigo la prudencia a colación de la crisis en Venezuela, como parte de la imagen integral de cualquier líder.
En estos últimos días, hemos visto una escalada de la crisis venezolana, y pronunciamientos de la comunidad internacional, a favor o en contra, del auto proclamado Presidente Interino Juan Guaidó. Pronunciamientos en algunos casos tajantes, en otros tibios, en algunos ausentes, y en pocos, prudentes.
En mí opinión, el liderazgo responsable se ejerce desde la prudencia.
Incluye levantar la voz por aquellos que por la situación en la que están, se encuentran imposibilitados de hacerlo. Sin embargo, es importante entender y diferenciar el peso específico que tiene, dependiendo de la plataforma e influencia desde la que se ejerce.
Las posturas personales, frecuentemente dejan ver emociones o la raíz de lo que como personas valoramos. Esto es importante, entenderlo y entendernos, porque tiene implicaciones directas sobre nuestra imagen personal y ejecutiva.
La voz tiene un peso dependiendo del puesto del emisor
Los Jefes de Estado, representan la voz de un país y el peso es muy distinto. Más allá de la estrategia de relaciones exteriores de cada país, actualmente por temperamento y carácter de los distintos Jefes de Estado, percibimos vía redes sociales, cómo diversos pronunciamientos, traen consigo una agenda específica, tangencial a la situación de origen. Simplemente, determinadas situaciones, representan un punto de inflexión que pueden capitalizar.
Sin embargo, esta lucha no se trata del exterior (evidentemente sí importa quién te apoya), se trata del interior. Y si el objetivo es la libertad de la dictadura, hay distintos factores que se necesitan alinear para lograrla al menor costo de vidas y sufrimiento posibles.
A nivel personal, me alegro mucho del apoyo de la comunidad internacional al pueblo de Venezuela. También me preocupa la polarización entre potencias mundiales. Los intereses particulares sobre una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, se siente como un interés subyacente.
La historia nos ha probado una y otra vez, que por un lado es necesario establecer alianzas estratégicas integrales. Entendiendo qué gana cada una de las partes, de cumplirse nuestro proyecto. Y desmenuzar los intereses particulares para evitar ser la moneda de cambio de alguien más.
La prudencia significa actuar pensando en ramificaciones y consecuencias a largo plazo.
Sobre la crisis en Venezuela, hoy es necesario apelar a la prudencia de todas las partes para encontrar una salida pacífica que beneficie PRINCIPALMENTE a quien tiene el potencial de convertirse en “rehén de diversos intereses”.
- Prudencia por parte de la oposición. Sin lugar a duda ha tenido una lucha admirable. Necesita lograr (contra el tiempo) diversas alianzas internas, apelando al deber moral y sensibilidad familiar para una mejor Venezuela.
- Prudencia por parte de los militares. Quienes respetan jerarquías, y están concebidos para la protección de su pueblo.
- Prudencia de la comunidad internacional. Ante pronunciamientos de unos y otros, dejan pocas cartas abiertas para acordar mediadores o terrenos neutrales de negociación.
- Prudencia ante las declaraciones fácilmente manipulables. Alrededor de la crisis humanitaria hay claros intereses económicos para llevar agua a distintos molinos.
¿Y esto qué similitud tiene en las organizaciones? En las organizaciones sucede exactamente lo mismo. La prudencia es una virtud que necesitamos cultivar y fortalecer como líderes. La prudencia mantiene vivas a las organizaciones porque permite establecer alianzas estratégicas con un claro y mutuo beneficio desde el entendimiento integral de una situación y su potencial.
La prudencia es parte de la imagen ejecutiva deseable. Ésta se escucha a través de muchos silencios y preguntas. También con una voz clara y contundente que deja espacios para la negociación y “la salida”.
Nota publicada en Forbes el 28 de enero, 2019